No fue hasta el año 1273 cuando se tuvo constancia de la existencia de Coslada como lugar habitado, momento en el que se menciona como aldea de la Villa de Madrid.
A finales del Siglo XV cuenta con cierta organización administrativa, y en 1576, en las Relaciones topográficas de Felipe II, se describe a Coslada como "una aldea de la jurisdicción de Madrid, donde las casas son de tierra y techumbre de paja, se dice que es lugar de 30 vecinos”.
La aldea de Coslada fue lugar de realengo hasta que, en 1665, para hacer frente a las deudas es vendida por la corona al Conde de Biravén. En este momento adquiere el título de Villa que pierde a los pocos años y que no recuperará hasta la segunda mitad del Siglo XIX.
En 1856 se construye el ferrocarril Madrid – Zaragoza, uno de los cambios que influirá notablemente en su desarrollo industrial.
A principios del Siglo XX cuenta con poco más de 500 habitantes, que siguen viviendo principalmente de la agricultura y de la extracción de piedra.
La posguerra supuso la llegada de los primeros emigrantes que huían de las zonas rurales para acercarse a la capital en busca de un futuro mejor.
A mediados de la década de los 60 Coslada se había convertido en un pueblo grande de 3.695 habitantes. La agricultura va desapareciendo como principal medio de vida y se instalan las industrias, en el primer polígono industrial creado a mediados de la década.
En los años 70 se produce un gran aumento demográfico, urbanístico y empresarial. Se desarrolla Ciudad 70 y se inicia la construcción de Valleaguado, la Espinilla y las Conejeras.
En esos años ya hay instaladas más de cien empresas y en 1971 se concreta la instalación de los servicios del Consorcio del Depósito Franco, Recinto Aduanero y Aduana de Madrid, antecedentes del actual Puerto Seco.
Los años noventa suponen la consolidación como ciudad logística, con la implantación del Centro de Transportes, el Polígono de Actividades Logísticas y el Puerto Seco.