En 1892, Arturo Soria y Mata publica el Proyecto de Ciudad Lineal, en el que llevaba trabajando 10 años. El plan pretendía rodear la capital por fuera de su límite municipal y unirla con los pueblos anexionados en 1948-1984: Canillas, Chamartín y Hortaleza, entre otros.
Una ciudad alargada, construida a ambos lados de una calle o avenida central de 40 metros de ancho y con viviendas a los lados. La idea seguía el lema: “Para cada familia, una casa. En cada casa, una huerta y un jardín”. Soria propuso la construcción de una ciudad lineal uniendo dos ciudades, con edificaciones que cambiasen el planteamiento urbano.
El proyecto seguía el nuevo ideal de la época, ya que, durante la segunda mitad del siglo XIX, sociólogos, médicos, higienistas y escritores denunciaban las graves deficiencias de la ciudad industrial. Por ello, este ideal buscaba la reinserción en la naturaleza, combinando campo y ciudad. Esto se pretendía conseguir con algunas de las propuestas del plan de Arturo Soria, como aislar la casa en el jardín, limitar la altura en las construcciones y la distancia de las casas respecto a la calle, etc.
En 1894 se constituyó la Compañía Madrileña de Urbanización para edificar la zona de Ciudad Lineal, aunque se disolvió al poco tiempo por falta de medios. La crisis, que afectó a muchos trabajadores de la época, y la muerte de Arturo Soria, dejaron en suspenso el proyecto, abandonado después totalmente a causa de la Guerra Civil.
Las modificaciones posteriores desvirtuaron el proyecto y actualmente solo se mantienen algunos chalets originales, en la zona entre avenida de América y la carretera de Aragón.
De los edificios recientes destacan el Instituto Eduardo Torroja, el Club de Stella y las viviendas unifamiliares de los arquitectos Coderch y Valls en 1958.